HOSPITAL GENERAL PROVINCIAL DOCENTE
"DR. ANTONIO LUACES IRAOLA"
CIEGO DE ÁVILA

El Eco Científico, primera revista avileña de ciencia y medicina

El Eco Científico, first Avilanian journal of science and medicine

Dagoberto Álvarez AldanaI, Reinaldo Pablo García PérezII, María Julia Machado CanoIII, Letissia Giance PazIV, Adriana Bárbara García RaneroV, María Aurora Gómez FernándezVI.

Agradecimientos a: María de Jesús Pérez Herrera, Ihaneya Torí Hernández, Janecey García Mauri.


RESUMEN
Introducción: las revistas científicas médicas desde hace varios siglos tienen la función de difundir los resultados de las investigaciones en el campo de la salud y proporcionar información actualizada.
Objetivo: identificar las evidencias históricas documentales que confirman la existencia de El Eco Científico como publicación impresa predecesora a la actual MediCiego.
Método: se realizó una investigación cualitativa en la Universidad de Ciencias Médicas de Ciego de Ávila, entre enero y septiembre de 2018. Se utilizó el método histórico-lógico, la técnica de análisis documental y la entrevista.
Resultados: se comprobó la existencia de la revista El Eco Científico en la Biblioteca Nacional "José Martí". Esto fue corroborado en el periódico local avileño El Pueblo, conservado en la Biblioteca Provincial de Ciego de Ávila.
Conclusiones: se ha rescatado del olvido, a 101 años de su fundación, la revista El Eco científico. Este hallazgo histórico la sitúa entre una de las primeras de las publicaciones biomédicas regionales en Cuba. En su primera etapa se publicó en Ciego de Ávila y contó con dos volúmenes que abarcaron los años 1917, 1918 y 1919. Luego de este trienio la publicación cesó, y vio la luz nuevamente en 1924 en su etapa habanera, con tres volúmenes que cubrieron los años 1924, 1925 y 1926.
Palabras clave: PUBLICACIONES DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA/HISTORIA DEL SIGLO XX, HISTORIA, CUBA, INVESTIGACIÓN CUALITATIVA.

ABSTRACT
Introduction: medical scientific journals for several centuries have the function of disseminating the results of research in the field of health and providing updated information.
Objective: to identify the documentary historical evidences that confirms the existence of El Eco Científico as a printed publication predecessor to the current MediCiego.
Method: qualitative research was carried out at the University of Medical Sciences of Ciego de Ávila, between January and September 2018. The historical-logical method, the documentary analysis technique and the interview were used.
Results: the existence of El Eco Científico magazine was verified in the National Library "José Martí". This was corroborated in the Avilanian local newspaper El Pueblo, kept in the Provincial Library of Ciego de Ávila.
Conclusions: El Eco Científico magazine has been rescued from oblivion, 101 years after its founding. This historical finding places it among one of the first of the regional biomedical publications in Cuba. In its first stage was published in Ciego de Ávila and had two volumes that covered the years 1917, 1918 and 1919. After this triennium the publication ceased, and saw the light again in 1924 in its Havana stage, with three volumes that covered the years 1924, 1925 and 1926.
Keywords: PUBLICATIONS FOR SCIENCE DIFFUSION/20TH CENTURY HISTORY , HISTORY, CUBA, QUALITATIVE RESEARCH.


  1. Máster en Longevidad Satisfactoria. Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral y Endocrinología. Profesor Auxiliar. Investigador Agregado. Hospital General Provincial Docente "Dr. Antonio Luaces Iraola". Ciego de Ávila, Cuba.
  2. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Máster en Educación Médica. Especialista de Primer y Segundo Grados en Medicina General Integral. Profesor Titular. Investigador Auxiliar. Universidad de Ciencias Médicas, Facultad de Ciencias Médicas "Dr. José Assef Yara". Ciego de Ávila, Cuba.
  3. Doctora en Ciencias Biológicas. Licenciada en Biología. Profesor Titular y Consultante. Universidad de Ciencias Médicas, Facultad de Ciencias Médicas "Dr. José Assef Yara". Ciego de Ávila, Cuba.
  4. Máster en Ciencias de la Educación Superior. Licenciada en Gestión de Información en Salud. Profesor Asistente. Investigador Agregado. Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas. Ciego de Ávila, Cuba.
  5. Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la Información. Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas. Ciego de Ávila, Cuba.
  6. Licenciada en Contabilidad y Finanzas. Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas. Ciego de Ávila, Cuba.

INTRODUCCIÓN
El mundo de las publicaciones científicas, en especial el de las revistas, ha crecido aceleradamente y sostiene aún un rápido crecimiento en lo que a número de revistas y artículos se refiere.(1) La revista científica es el medio por el cual, desde hace siglos, los investigadores e intelectuales difunden los resultados de sus indagaciones, nucleados alrededor de una temática en particular, una institución o un campo académico en general.(2)

En el campo de la salud humana la publicación científica va tomando un lugar cada vez de mayor importancia a la par de la enseñanza y la investigación. Esto ocurre en las publicaciones biomédicas, de medicina clínica y de salud pública.(1,2) Las revistas médicas tienen la función de proporcionar información actualizada sobre temas específicos de la profesión y la especialidad. También cumplen la función de otorgar cohesión interna al sector de la profesión o grupo que las edita, mientras que lo legitima académica y profesionalmente ante una comunidad científica más amplia.(3)

El primer escrito médico de la historia humana que se conserva es el papiro quirúrgico de Edwin Smith, elaborado por un cirujano egipcio en el siglo XVII a. C., hace más de 3 700 años. Mide unos 4,68 metros de largo por 33 centímetros de ancho, escrito con vocabulario y gramática arcaicos. El papiro muestra los primeros cálculos escritos sobre cirugía traumática, diagnóstico, tratamiento y pronóstico sobre 48 casos de heridas de guerra, suturas craneales, la anatomía cerebral y vascular, vísceras abdominales, discute sobre las meninges, la médula espinal y el líquido cefalorraquídeo. Desde esa época el valor de la redacción científica en la medicina se sostiene y perfecciona constantemente.(4)

Hasta comienzos del siglo XV científicos y médicos comunicaban de forma verbal sus observaciones científicas o clínicas en las universidades en que enseñaban, o en reuniones de pequeños grupos. Cuando deseaban exponerlas lejos de sus sitios de trabajo, recurrían a cartas en las que exponían lo que habían descubierto o sus opiniones sobre las ideas predominantes en el ámbito de las ciencias y la medicina. Esta comunicación epistolar exigía la redacción de manuscritos en su significado original: "texto escrito a mano", y algunas copias, también manuscritas. La invención de la imprenta, a mediados del siglo XV, inició una revolución cultural al permitir la impresión de múltiples copias de libros y otros documentos, con un alcance de lectores mucho más amplio y creciente.(5)

Las dos primeras revistas científicas periódicas nacieron casi simultáneamente en Europa a comienzos del siglo XVII: la Journal des sçavants, en Francia el 5 de enero de 1665 y la Philosophical Transactions en Inglaterra el 6 de marzo, respectivamente.(4,5) Recién en 1682 se les agregó una tercera: el Acta Eruditorum Lipsiensis en Leipzig, Alemania.(5)

A fines del siglo XVIII se fundaron las primeras revistas médicas. Los países europeos llevaron la delantera, seguidos de Estados Unidos de Norteamérica y Canadá. A partir de entonces han surgido miles de revistas médicas, la mayoría de vida efímera, dado a la desaparición de sus entidades patrocinadoras, a la competencia más exitosa o por la disminución en el interés que despertaban en los autores y lectores. Aunque de ninguna de las revistas médicas de ese siglo quedan vestigios en la actualidad, las publicaciones de otras profesiones que lograron subsistir representan un fenómeno histórico digno de destacar.(5)

En Cuba la práctica médica durante la primera mitad del siglo XX estuvo caracterizada, entre otras cosas, por la comercialización y el poco empeño para solucionar los problemas de salud que afectaban a la mayoría de la población. Los adelantos científicos introducidos satisfacían, fundamentalmente, las demandas de las clases élites de la sociedad. Sin embargo, repercutieron de forma favorable en el desarrollo de las ciencias médicas de entonces. En este contexto no pocos profesionales, de diferentes especialidades médicas, descollaron por sus valiosas contribuciones, que los hicieron acreedores de renombre en el ámbito científico nacional e internacional.(6)

Como resultado de esta tendencia de crecimiento económico y científico, se comenzaron a publicar las primeras revistas biomédicas cubanas. Ellas tuvieron su origen a finales del siglo XIX y principios del XX, algunas alcanzaron una alta calidad, a la altura de lo que se producía en el mundo en ese momento. La primera revista de medicina publicada en Cuba fue el Repertorio Médico Habanero, fundada por el Dr. Nicolás J. Gutiérrez Hernández en 1840.(7) Con posterioridad, surgieron otras como Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana (1864-1961), Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana (1875-1940) y Archivos de la Sociedad de Estudios Clínicos (1881-1961), que a diferencia de otras de existencia más fugaz, tuvieron un papel más protagónico en la socialización del quehacer científico.(8) En ese lapso se publicó además el Boletín Oficial de la Secretaría de Sanidad y Beneficencia.(7) En la época de la República aparecieron varias revistas nacionales de carácter científico. En el 1900, vieron la luz la Revista de Medicina Tropical, única de su tipo en toda América y la Revista de la Asociación Médico-Farmacéutica de la Isla de Cuba. En 1902 surgió la Revista Médica Cubana con salida bimensual.(9)

En Ciego de Ávila el auge económico ocurrido en las primeras décadas del siglo XX, como consecuencia de la penetración de empresas norteamericanas en la agroindustria azucarera y el desarrollo del ferrocarril, propició un amplio progreso regional y local, nunca antes visto. Ello sin dudas favoreció el avance científico y cultural de la sociedad avileña, de forma particular en las ciencias médicas.(6)

Es precisamente en este contexto nacional y regional donde, según el historiador médico José A. Martínez-Fortún y Follo,(7) se erige El Eco Científico como la primera publicación médica surgida en Ciego de Ávila en el año 1917. Este prolífero investigador en la Cronología Médica Cubana. Contribución al estudio de la historia de la medicina en Cuba, declara la existencia de esta revista mensual de medicina, cirugía y ciencias físico-químicas. Ante este hallazgo histórico, el comité editorial de la revista electrónica MediCiego decidió realizar la presente investigación con el objetivo de identificar las evidencias históricas documentales que confirmen la existencia de El Eco Científico como publicación impresa predecesora de la actual MediCiego.

MÉTODO
Se realizó una investigación cualitativa en la Universidad de Ciencias Médicas de Ciego de Ávila, en el nonestre enero a septiembre de 2018. Se utilizó el método histórico-lógico para estudiar el contexto sociohistórico, cultural y científico que propició el surgimiento, evolución y expiración de la revista El Eco Científico. Se empleó también el análisis documental de los números de la revista conservados en los archivos de la Biblioteca Nacional "José Martí" y de los ejemplares del periódico avileño El Pueblo existentes en los fondos de la Biblioteca Provincial "Roberto Rivas Fraga" de Ciego de Ávila. Se realizaron entrevistas a profesionales de la salud que, aunque no se encuentran laboralmente activos, aportaron elementos importantes para la presente indagación.

RESULTADOS
Se comprobó la existencia de evidencias históricas de la revista El Eco Científico, conservadas en los archivos de la Biblioteca Nacional "José Martí". Según consta en los números allí atesorados, la revista mantuvo una periodicidad de salida impresa, con perdurabilidad efímera (seis años), desfase de continuidad de cuatro años intermedios y vigencia de publicación en secuencia bietápica. Su lema central fue "Solo la verdad nos pondrá la toga viril", frase del ilustre cubano José de la Luz y Caballero.

El Eco Científico, en su primer período al que los autores denominan etapa avileña, contó con dos volúmenes (I y II) que abarcaron los años 1917, 1918 y 1919. Luego de este trienio sostenido de salidas, la publicación cesó y vio la luz nuevamente a partir del año 1924 con la aparición de un nuevo volumen III, donde se dio comienzo a la segunda época, la etapa habanera, con los nuevos volúmenes (III, IV y V) durante los años 1924, 1925 y 1926.

El volumen I de 1917 constó de 166 páginas en siete números, con salida los días primero de cada mes, de junio a noviembre; pero en diciembre fue el día 20. El volumen II de 1918, con 230 páginas, constó de 12 números, publicados los días 20 de cada mes. El volumen III alcanzó 15 páginas y estuvo conformado por solo dos números, publicados en enero y febrero de 1919.

Según consta en el sumario o índice del volumen I, número 1 de 1917 de la revista El Eco Científico (figura 1), su propuesta de artículos científicos es variada, y se distribuyeron en tres grandes secciones: artículos originales, literatura extranjera y variedades.

El hallazgo histórico documental identificado en la Biblioteca Nacional "José Martí", confirmando la presencia de la revista El Eco Científico como publicación científica médica, se corroboró en la Biblioteca Provincial "Roberto Rivas Fraga" de Ciego de Ávila. La ratificación gráfica se logró en el periódico local avileño El Pueblo, cuando el 25 de julio de 1918 este órgano informó a la población sobre la circulación de un nuevo número de la revista (figura 2). En el clasificado se comentó: "Hemos recibido el último número de esta ilustrada y bien presentada Revista, que debido al entusiasmo y esfuerzo del distinguido amigo Dr. Gabriel M. Landa se publica mensualmente en esta ciudad. Viene "El Eco Científico" repleto de escritos interesantísimos (…)".(10)

En las palabras de saludo del primer número de El Eco Científico, el doctor Gabriel M. Landa González (¿-1926),(11) enunció las condiciones que propiciaron la creación de esta publicación científica así como los objetivos que perseguía: "(…) saludamos, (…), a la prensa médica, a cuyo lado estaremos de continuo en defensa del prestigio profesional y del buen nombre científico de nuestra joven república".

"Concurren en la hermosa y bella ciudad de Ciego de Ávila condiciones tales de vitalidad, progreso y bienestar, que nos ha parecido necesario, casi indispensable, fundar aquí una revista científica que venga a llenar un vacío altamente sentido".

"Ciego de Ávila no será de derecho la capital política de la Provincia, pero de hecho es la capital mercantil de Camagüey; así lo demuestra la vida intensa que aquí se desarrolla (…). Es pues necesario dada la importancia material de Ciego de Ávila, la publicación de una revista médica que por lo menos una vez al mes venga a defender los intereses del pueblo y a propagar las ideas sanas en higiene privada y pública que hoy se predican en los pueblos de vida moderna".

"Será nuestra constante aspiración velar por todo cuanto a higiene pública se refiera y a ese efecto excitaremos al Estado, al Gobierno y al Municipio, para que cada cual, y en la medida de sus fuerzas, contribuya al saneamiento y embellecimiento de Ciego de Ávila. (…) velaremos con solícito cuidado por el bienestar y prestigio de la profesión médica, así también como por el de las profesiones afines de Farmacia y Cirugía Dental".

En la revisión de los originales conservados en la Biblioteca Nacional "José Martí", los autores identificaron los detalles descritos a continuación.

El director fundador de esta singular publicación fue el doctor Gabriel M. Landa González y en el primer número del volumen I aparece como jefe de redacción el doctor Eduardo Enríquez Costa y como secretario de redacción el doctor Guillermo M. Caballero. A partir del número 5 fue designado como administrador A. Zuazua. La dirección y administración se consigna en la calle Joaquín de Agüero No.61, aunque a partir del número 3 aparece Joaquín de Agüero No.62. La impresión del texto se realizó durante esta primera etapa en la imprenta "El siglo XX", en La Habana.

Como aspecto interesante, por lo que representa para el conocimiento de la historia médica de la actual provincia Ciego de Ávila, se señala la publicidad del directorio médico-farmacéutico-dental de Ciego de Ávila. En este documento se relacionan los nombres de los profesionales que desempeñaban estas especialidades.

En el volumen II de 1918 aparecen el mismo director y redactores, sin administrador hasta el número 3 que se nombra al doctor Eduardo Ferro. En el número 9 de ese volumen está designado como nuevo jefe de redacción el doctor Luis Huguet y López (1877-1945). Los números de este volumen contaron con las mismas secciones del volumen anterior, a excepción de número 1 que tuvo un sumario general.

En ese mismo volumen y número, merece destacar el trabajo titulado "Indicaciones profilácticas necesarias para aminorar en gran parte el paludismo en la región camagüeyana" del doctor Gabriel M. Landa. También en este volumen se promocionaron productos farmacéuticos de fabricación local y centros donde se expendían estos como la farmacia "La Fe" (actualmente sede de la Sociedad Árabe), lujosa construcción de 1909 con notoria influencia de la arquitectura hispanoárabe.(12) El volumen III de 1919 presentó las mismas características de los antes descritos aunque, como se señaló, constó de solo dos números.

En estos tres primeros volúmenes, que comprenden la etapa avileña de la revista, los autores con mayor producción científica fueron Gabriel M. Landa González (¿-1926), Luis Huguet y López (1877-1945), José F. Pazos y Boada (1884-?), Antonio J. Cadenas y Guillermo M. Caballero. Otro aspecto de especial significación fue la divulgación de trabajos de figuras prominentes de la medicina cubana de aquella época entre los que se destacan los doctores Juan Santos Fernández (1847-1922), Jorge Le Roy (1867-1934), Francisco Ma. Fernández y Hernández (1886-1937) y Sergio García Marruz (1886-1947).

Al retomarse la publicación de la revista desde La Habana, el volumen III de 1924, de 476 páginas, contó con los números 1 y 2 publicados el primero de noviembre y diciembre, respectivamente. En 1925 se publicaron 12 números correspondientes al volumen IV, con 476 páginas, y salida impresa el día primero de cada mes. El último volumen que se conoce de esta publicación es el V de 1926 con 193 páginas, constituido por seis números, todos publicados los días primeros de enero a junio de ese año.

En las entrevistas realizadas a algunos profesionales de la salud se reafirmó la existencia de la revista, por comentarios escuchados por ellos de médicos, estomatólogos y farmacéuticos que en esa época fueron autores y lectores de la revista El Eco Científico.

Particularmente el doctor Carlos La Falce Fernández (1935), destacado médico asistencial y salubrista avileño, en la entrevista realizada declaró que en los libreros del antiguo Colegio Médico Nacional de Ciego de Ávila (figura 3) se debieron mantener conservados los números de El Eco Científico. Este centro estuvo ubicado en la calle Máximo Gómez No.82 entre Maceo y Honorato del Castillo, en la ciudad de Ciego de Ávila (actualmente la edificación es la sede de la Gerencia Territorial de Tiendas Caracol). Sin embargo, al localizar a un funcionario sobreviviente que laboró en esa institución, sugerido por el doctor La Falce, este se negó a participar a pesar de buscar varias alternativas para lograrlo.

DISCUSIÓN
La revelación que confirmó la existencia de El Eco Científico se remonta al año 1917. Según la información obtenida en la búsqueda bibliográfica, este hallazgo histórico la sitúa como una de las primeras revistas médicas regionales en Cuba. Solo antecedida por el Boletín Clínico, publicado en los años 1892-1893 en Cárdenas, provincia Matanzas(9) y La Lanceta en 1894,de la otrora región de Cienfuegos(8), y seguida por otra publicación matancera, la Revista Mensual de Medicina y Cirugía en 1925.(9)

Respecto a su lema central "Solo la verdad nos pondrá la toga viril", se comprobó como la frase 265 entre los aforismos del insigne maestro y pensador José de la Luz y Caballero.(13) El hecho de tomar los editores de El Eco Científico a este cubano y su enunciado como reseña indicativa y colofón de la revista, denota su aferro al cumplimiento de los preceptos éticos profesionales del médico para investigar y divulgar resultados, sustentados siempre en la verdad y la autenticidad científica.

Sobre ello, José de la Luz y Caballero(13) en la frase 592 plantea: …"Saber no es más que generalizar: mientras vagan los hechos esparcidos, no se puede levantar el edificio de la ciencia. La multitud de pormenores confunde y arredra nuestro espíritu, ínterin no se encuentra la llave de la clasificación. Las noticias no son más que las bases sobre las cuales se levanta el edificio, con el instrumento de la generalización, que, descubriendo las relaciones de los hechos, es lo que constituye rigurosamente la ciencia".

La secuencia bietápica en la publicación de El Eco Científico, se plantea por no identificarse en los documentos consultados, localizados fundamentalmente en La Habana, ningún número correspondiente al período 1920-1923. Al respecto, Martínez-Fortún y Follo(7) comentó su desaparición transitoria en junio de 1920. Ello estuvo determinado, según se supone, por el traslado de Ciego de Ávila y el establecimiento definitivo en La Habana de su principal impulsor: el doctor Gabriel M. Landa González (¿-1926) y sus más cercanos colaboradores. De igual modo, se conjetura que la no continuidad de la publicación estuvo causada por el fallecimiento de su director.

La descripción detallada de algunos contenidos seleccionados en las secciones, índices y diversidad de artículos publicados en El Eco Científico, muestra el rigor científico, metodológico y de redacción en la calidad editorial que llegó a alcanzar. Ello demuestra el desarrollo logrado por las ciencias médicas y el empeño de los profesionales que la representaron a finales de la segunda e inicios de la tercera decada del siglo XX en Ciego de Ávila, como región de la otrora provincia camagüeyana.

Relacionado con lo antes planteado, parafraseando lo que advirtió Jan Vandenbroucke, citado por De Asúa,(3) las revistas suelen ser vehículos de actualización y agentes que guían el avance del conocimiento, pero a diferencia de lo que suele creerse estas publicaciones no reflejaron pasivamente los avances de la investigación. Por el contrario, a través de criterios implícitos o explícitos, los editores seleccionaban y daban forma a un cierto tipo de conocimiento médico dado que detrás de la tarea de edición siempre existe una ideología.

A modo de consideración final, al cumplirse un siglo entre la salida de El Eco Científico y su revelación como hallazgo histórico, los autores proponen la reflexión realizada por Miguel de Asúa al concluir su artículo Noticias históricas sobre las revistas médicas: "No hay nada más antiguo que el diario de ayer, se dice".

.…"Esto parece valer aún más en el campo de la medicina. Hojear las revistas médicas de hace diez, cuarenta o cien años es asomarse a un museo ceniciento o un almacén de curiosidades. Este ejercicio parece carecer de todo significado, más allá de la sonrisa entre irónica y horrorizada que pueda despertarnos el atraso de los diagnósticos y, sobre todo, de los tratamientos. La medicina moderna se caracteriza por estar construida sobre una dinámica del progreso que en tanto tal se orienta hacia el futuro. Pero si por un instante, a modo de juego, invertimos el sentido de este vector, nos encontramos con que la visita al pasado quizá pueda brindarnos una enseñanza valiosa para el presente… La literatura médica vetusta nos torna conscientes de una dimensión esencial del conocimiento médico: su transitoriedad y fragilidad. Compete al criterio y al juicio clínico maduro hacerse cargo de esta dimensión relativa de la práctica, de la fugacidad inherente a todo saber médico."

La negativa a la entrevista, aspecto explicado al finalizar los resultados, constituyó una limitante de la actual investigación que influyó en los resultados. La colaboración de este trabajador jubilado que aún mantiene sus capacidades físicas y mentales, era primordial. El encuentro con él habría permitido obtener información sobre la existencia de El Eco Científico y otras evidencias documentales y gráficas (fotografías) afines con la revista, sus editores y autores, antes conservadas en el antiguo Colegio Médico Nacional. También se esperaba que aportara información y evidencias que, sin una relación directa con la publicación, pudieran constituir el cimiento para desarrollar otras investigaciones históricas sobre la medicina en el territorio avileño.

CONCLUSIONES
Se ha rescatado del olvido, a 101 años de su fundación, la hasta ahora desconocida revista El Eco científico, pionera de las publicaciones científicas médicas de la otrora región camagüeyana de Ciego de Ávila, provincia desde la división político-administrativa de 1976. Este hallazgo histórico la sitúa entre una de las primeras de las revistas biomédicas regionales en Cuba. En la etapa avileña contó con dos volúmenes que abarcaron los años 1917, 1918 y 1919. Luego de este trienio de salidas la publicación cesó y vio la luz nuevamente en 1924 en su etapa habanera, con tres volúmenes que cubrieron los años 1924, 1925 y 1926. El aporte de la investigación radica en la contribución de sus resultados al rescate de la memoria histórica de las ciencias médicas avileñas y de las revistas biomédicas a nivel regional y nacional.

Conflictos de intereses
Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Recibido: 2 de noviembre de 2018
Aprobado: 6 de noviembre de 2018

McS. Dagoberto Álvarez Aldana
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